viernes, 22 de agosto de 2014

Posesiones cotidianas




El hombre común en su vida ordinaria no se plantea la cuestión de su identidad. 


Simplemente él es lo que hace y además elige las acciones en función de criterios que pasan desapercibidos al proceso reflexivo. Participa en entidades supraindividuales que le proporcionan sentido y orientación, un marco de referencia dentro del cual operar y unas gratificaciones por su desempeño. Así trabaja en una corporación, más o menos grande, en la que realiza un trabajo por el que se le retribuye, pero donde ni toma ni cuestiona las decisiones de gran calibre o las directrices operacionales. Se limita a una tarea o conjunto de ellas que vienen imbricadas con sus correspondientes emociones y a las que se somete, de mejor o peor grado, por la recompensa prometida, normalmente evaluada en términos monetarios, que le servirá para atender las cadenas alimenticias que otras corporaciones o entidades le demandan.