viernes, 9 de noviembre de 2012

¿Huelga?


Es lamentable que en el siglo XXI, en esta España expoliada por la cleptocracia, en la que la población es mayoritariamente consumidora, el modelo de "hacer presión" a los poderes pretenda ser la huelga de producción.

Eso es decimonónico y caduco, además de ineficaz y fácilmente manipulable por los medios al servicio de la élite gobernante y la oligarquía en la sombra.

En la administración están encantados con los millones que se van a ahorrar -cómo ya se sabe- en las nóminas de fin de mes (uf, un respiro, gracias) mientras que los negligentes sindicatos que tanto cooperaron en la burbuja pretenden recuperar protagonismo e influencia: intermediar y justificar así sus tambaleantes y elefantiásicas estructuras y prebendas.

Y además con la coartada maniquea del conmigo o contra mí: "si no haces huelga estás a favor de la patronal y los fachas..."

¿Cuánta gente honrada queda en los sindicatos?
¿Son menos culpables que el resto de los poderes fácticos?
¿Son ejemplo de vida alternativa al modelo de sometimiento general que se nos impone? ¿Han dado ejemplo de cómo se combate la corrupción en su seno?

No juego al dualismo, me niego a secundar una huelga ineficaz. ¿Dónde estaban cuándo esto se gestó? ¿Cuál ha sido su reacción?

Y de modo positivo digo que si somos consumidores, la mejor actitud a nuestro alcance es el consumo selectivo y coordinado, así como el dejar de consumir también selectiva y coordinadamente.

Pero eso es tan peligroso, tan poderoso y tan transformador como dificil de llevar a cabo. Porque coordinarse, coordinarnos, es retomar el poder individual y colectivo que con métodos de seducción y narcohipnosis nos han arrebatado todos los que justifican su vida como "representantes" de los demás, los pastores al servicio de la gran industria ganadera y carnicera (léase vampiresca) a la que hemos vendido nuestra sangre y nuestras almas.

Los tres pilares de la transformación colectiva (elevando a colectivo el planteamiento de W. Riso) son el realismo (ver lo que hay), la humildad (aceptar que nos han esclavizado) y la sabiduría (saber las acciones que hay que realizar y cuándo llevarlas a cabo).

Construyamos esos cimientos y estaremos siendo auténticamente revolucionarios, transformadores de verdad. Son muchos los que lo intentan y quizás no estemos de acuerdo con todo lo que dicen, pero al menos, tienen el valor de intentar pensar por sí mismos y compartir informaciones críticas.

Y el comienzo, como siempre, en la propia esfera de influencia, en nuestro interior y en las relaciones más cercanas.

¡Ya es hora!

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