domingo, 21 de abril de 2013

Principio seminal

La información es energía codificada. En su funcionamiento ordinario, para su vivencia, ha de regirse por principios de eficacia. Tipo geminiano. 

Para su transporte, para su supervivencia, ha de guiarse por principios de eficiencia, es decir máxima rentabilidad de la energía. Tipo virginiano. 

Para su reproducción, para su trascendencia, ha de guiarse por principios de sutilidad, ocupando el mínimo espacio, replegándose todo lo posible sin perder su identidad. Tipo escorpioniano.

Por ello Mercurio, símbolo de la información y la comunicación, heraldo del Logos Solar, propagador de la buena nueva, mensajero de los dioses, planeta regente de géminis en su faceta alegre, dicharachera, comunicativa, picaflor, mariposa del conocimiento, dotada de plena energía volcada en maximizar el número de sus contactos. En el alfabeto astrológico simplificado, el 3, la hermandad, los cortos viajes, la lectura, escritura y comunicación oral. El signo de los gemelos, medio y mensaje juntos.

El segundo domicilio de Mercurio, donde la información se ordena y lo cualitativo se vuelve cuantitativo es en el sexto sector, en virgo, el cáculo, la digestión, el laberinto y su recorrido depurtivo. La lucidez de desprenderse de todo lo superfluo. La ordenación y numeración. La recolección, organización y distribución de los recursos. La compraventa, el almacén y la preselección. La digestión inteligente.

En su exaltación, Mercurio, dispuesto al viaje transtemporal, ha de acomodarse en la minúscula cápsula que será la nave semilla para el largo e incierto viaje. Plegado y replegado sobre sí mismo, pasará de de cualidades y cantidades a secretos y misterios, algoritmos de comprensión, sin pérdidas en la resurección. La máxima información en el mínimo espacio. Si la hélice lo es ordinariamente, la doble hélice se supera a sí misma en el proceso. Lección primordial. Pensando siempre en plegar y desplegar, al principio octavo, al escorpioniano, no se le da bien lo tendido, lo donado sin pliegues, pues necesita verlos y sino crearlos. Cada uno obra según natura.

Por eso algunos no aprenden ni memorizan, codifican y empaquetan para transportar. ¿Quien tiene margen al desorden en el viaje espacial? En la vida se extiende, en la muerte se comprime, en la reproducción se repliega para vencer a la muerte y que cuando pase el tiempo, con la clave correcta se recupere el patrón y se exprese tanta información enrollada en volutas y pliegues y estados sutiles apenas visibles por mor de presiones para todos invisibles.

Por eso una línea recta




Y después una curva 


son con la mixta las tres mismas apariencias



para que el espacio del acuático elemento por su peso se extienda




dejando arriba las aguas superiores, el otro fluido que llamamos aire




 
y la montaña y la arena, con el terrestre elemento




queden prestos a que el cuarto se exprese ígneo, vital y cálido



y los cuatro juntos, compongan, el gran juego de los fenómenos



que secretamente cohesiona esa quinta esencia que todo lo sustenta




Sencillez de plegado para surcar las dimensiones y que la vida resucite allá dónde quiera que llegue.


Sol Solis
(José Solís)


;)

sábado, 13 de abril de 2013

Un centro de gravedad que permanezca



En estos tiempos de naufragios y derivas un centro de gravedad que permanezca más alla de las veleidades de los fenómenos, que permita la continua metanoia desde los seductores centros relativos que las experiencias nos proponen.

Un hito para marcar la ruta desdibujada por las nieblas, un menhir que reordene alineándo las líneas de fuerza estables ante los ataques alienantes de las fugas presentadas por los sentidos, por la gelatinosa consistencia de las sensaciones, las emociones y las convicciones.


Una expresión del Ser que somos, criatura hermosa y amada, nunca carente, nunca abandonada, gozosa de la realidad persistente y profunda, más real que los espejismos danzantes, que las groseras impresiones por más que sutilmente se vistan en este teatro de sombras.


Un depósito de la luz milenaria perpetuamente disponible a los corazones inocentes, revelada a los limpios ojos de los Tobías que seremos tras estas legañas noctívagas y pesarosas.


Un purgante drástico para los dulces venenos que degustamos ávidos de saciar una sed que ningun liquido mundano podrá colmar.


Un centro que es la sede de quién habita en todos los centros y los une, también en nuestro propio abandonado centro.


Una brújula que nos señala el eje del que somos parte, el camino con sentido que trazamos sobre las espumas del tiempo en la representación de una trayecoria singularmente bella, buena y verdadera de nuestro átomo persistente.


Un saber para los nosé. 


Un eureka para el que busca. 

Un yalodecía para liberar la punta de la lengua. 

Un basta para terminar con el cansino caracoleo del exhibirse desvergonzado. 

Un biombo para el pudor del no me regalo más. 

Un cincel para el grillete del banco de galeras.

Un no para el ídolo sediento de nuestra servidumbre. 

Un sujeto para ejecutar los verbos que predicamos. 

Un adiós a la tierra ajena prometida. 

Un hogar para el pródigo que somos. 

Un me quiero querer de Sol a Sol y tiro por que me toca. 

Un volver sin revolver. 

Un vivir sin depender. 

Un converger. 

Un bienestar. 

Un estar. 

Un ser. 

Un soy. 

Un uno. 

Un uh! 

Un punto final.




lunes, 8 de abril de 2013

Co-creadores








Cualquiera que sea nuestro modelo cultural acerca del universo en el que vivimos y su posible origen, es bastante evidente la capacidad de crear o participar en la creación que tenemos los seres humanos. Eso combinado con la libertad y también con el sometimiento a determinadas tendencias e influencias, propias o ajenas, hace que podamos crear, generar o elaborar, diversa calidad de mundos. Dicho metafóricamente: cielos, infiernos o paraísos.


Por eso, cuando me tropiezo con un espejo psicológico, que puede adoptar la forma de una discusión, un romance, una decepción, una indiferencia, etc., me pregunto:

- ¿Qué estás creando tú?

Ya que supongo que lo hacemos todos, ¡qué menos que saberlo!

Aún a riesgo de parecer un poco pesado, y de ser juzgado como persistente, soy consciente de que mi aportación al colectivo va en esta dirección, que consiste en desplazar el centro de gravedad de nuestros pensamientos y actos, hacia nosotros mismos y nuestra responsabilidad. Otros, o yo mismo en otra época podré suscitar otros temas o reflexiones; es más, en mi vida particular, mi propia tarea puede ser incluso opuesta. Sin embargo mi rol social es, en este momento, el de resaltar la importancia de la responsabilidad individual en la construcción del mundo en el que vivimos.

La interacción es importante, sin duda, el otro es valioso y es nuestra tarea vital superar la errónea percepción de la separatividad, sea con la naturaleza, sea con los animales o de modo más dramático, con el resto de los humanos...

Pero la esencia de toda separatividad es la errónea definición de la propia identidad. Por ello cuando Jung promueve la individuación como proceso personal de maduración, el factor esencial de partida y referencia durante la aventura, es el reconocimiento de la propia identidad.

¿Qué verbo vamos a emplear cuyo sujeto no esté identificado? Aparentemente lo impersonal parece una solución, pero ¿cuánta verdad y cuánta evasión hay en ello?

De ahí que la siguiente fase es identificar lo que, a mi entender, es un hito, una gran revolución de la filosofía del siglo XX, lo que Ken Wilber ha descrito como la falacia pre/trans. El simple estudio, reconocimiento y aplicación de esto, ahorraría cientos de horas, cientos de vidas de experimentación en bucles psicológicos, científicos y mágicos en los que los humanos nos vemos atrapados como exploradores. 

Puedes visitar este enlace para leer sobre la falacia pre/trans.

Por otra parte, los años me sosiegan en mis afanes soteriológicos, otra de las trampas comunes, pues te descoloca respecto al centro dinámico de toda existencia individual que tiene que encontrar una respuesta a la pregunta ¿Qué tengo que hacer con esto que sé?, o sea
una respuesta adecuada, no simplemente evadir la presión que supone toda responsabilidad.

Así pues, hacer lo que Laura definió como "nuestra propia frase de vida" es la síntesis para evidenciar que nos hacemos cargo, en primer lugar, de nosotros mismos, escribiendo el guión de nuestra vida.

Y aclaro que no me refiero aquí, con la falacia pre/trans, a la supuesta critica de Wilber a Jung, simple cuestión académica, fácil de superar conociendo ambos enfoques, sino a tantas corrientes apegadas al dogma de lo correcto, sea en los ámbitos ortodoxos o no, pues es un truco simple, propio de todo ser con cerebro, caer en el afán de la coherencia, de la completitud, de la simetría, de la perfección canónica. La reducción de variables, la abstracción de la impermanencia, o de la irrepetibilidad, de la imposibilidad de un mapa idéntico al territorio (cfr. El Aleph de Borges), es la primera licencia que todo estudio de la realidad se permite para poder hacer ciencia y que raramente recuerda después.

Por eso cuando los humanos chocan con la realidad, normalmente lo hacen mediante contextos de impotencia. Todos conocemos el ejercicio de enfrentarnos a lo real mediante la experiencia de su final. El adagio, no se valora bien algo hasta que se pierde, intenta mantener ese aprendizaje asequible, pero como tantos otros, sin un sujeto que lo realice en las coordenas del presente esta inerte.

En el budismo tibetano existen meditaciones para generar en nuestra mente de modo experimental esas circunstancias. Y en occidente, menos sistemáticos en esto, lo hacemos a través de las narraciones, literatura o cine, aunque en el ámbito superior de la religión católica, los ejercicios espirituales tradicionales o modernos, así como las meditaciones escatológicas tienen la misma finalidad.

 Expóngase cualquiera a la experiencia directa o imaginada (el cerebro no distingue la diferencia, esa es la base de toda psicología, terapia, magia, formación o manipulación) de contemplar el cuerpo sin vida, es decir el cadaver, de un ser querido. Y prepárese para un torrente de experencias psíquicas, emocionales y aún fisiológicas. Por cierto, no digo que lo realices sin más, pues es mejor hacerlo en las condiciones correctas para que sea útil y asimilable como conocimiento, pero hago referencia a ello como dato de lo simple que es enfrentarse a la realidad, más exactamente, a los límites entre realidad e imaginación. 

Y sin necesidad de drogas, ni otras variables inductoras de la experiencia que, en general, son meramente maceradores de las durezas precordiales,
sino  simplemente viviendo "como si" fuera real cualquiera de las experiencias que proporcionan lo que llaman con acierto los budistas, los tres mensajeros divinos: enfermedad, vejez, muerte.   

Lo realmente necesario es el coraje para adentrarse en los espacios de la incertidumbre y la ignorancia, en las vecindades de la zona de comodidad que con tanto esfuerzo logramos conquistar y en la que nuestro simio encuentra el bienestar que precisa para reinar. Cuando pretendemos ir un poco más allá, nacen las resistencias. Ojo, si tenemos un simio loco, que precisa del riesgo adrenal o se nutre de la intensidad extrema, será conveniente identificarlo y buscarle el tratamiento adecuado. Pero esa es otra historia. Un poco más allá de esa resistencia, sentiremos la libertad de lo salvaje que dice Pinkola, en el sentido más cósmico del término. Y daremos comienzo a la aventura. 

Podemos emprenderla en solitario (maestro interior) o asistidos (guía externo), pero mejor que no sea como huída o por orgullo personal. Así nuestro único compañero sería el hambriento agregado psíquico que no nos abandona. Y en caso de duda tenemos una guía clásica en nuestra cultura que, como suele suceder, es generalmente más apreciada desde la distancia sin prejuicios de mentes abiertas de otras formaciones, pero que vivamente podemos recomendar.