viernes, 13 de marzo de 2015

Repensar el sexo y la sexualidad


El 14 de marzo de 2015 Saturno se pone retrógrado por primera vez desde que entró, en diciembre pasado, en Sagitario. Esto quiere decir que su movimiento aparente será el contrario al habitual hasta el mes de agosto.

Como "coniector", lector e intérprete de lo que acontece en el cosmos, se me pide que aporte mi "consideración" sobre este fenómeno. Lo que puedo decir de modo conciso es que comienza el que será un tiempo propicio para repensar la sexualidad.

Y la primera cuestión a plantearse es saber que es eso de la sexualidad... para cada uno, para su entorno cercano y para el colectivo al que pertenece.

Sugiero abrir la mente, abrir el pecho y escuchar al cuerpo.

El sexo así tal cual, vamos, la genitalidad del sexo, se corresponde con el arquetipo escorpiónico. Y en escorpio reflexionamos acerca de la vida, de su mecanismo de transmisión y también de su detención. Es decir de la muerte de lo individual y su transferencia mediante la replicación cromosómica. La reproducción, la transmisión de legados, tanto del "haber" como del "debe". Heredamos genes y karmas, bienes y deudas. Conocimientos y secretos que conforman las vidas particulares y se engranan en un rosario de linajes que se cruzan desde hace unos millones de años hasta la actualidad...

En sagitario, corporalmente asociado a caderas y muslos, ya no estamos en presencia del sexo genital aislado o concentrado, sino en el modo en el que este moviliza al cuerpo, al simio o más gráficamente al centauro que encarna el símbolo sagitariano por escelencia: un arquero híbrido con cabeza, brazos y tronco de hombre (o mujer) y resto de equino. Un ser fabuloso cazador de uros (etimología de centauro) cuya parte humana no tiene genitales y cuya parte animal no tiene cabeza...

Así lo sagitariano es una modalidad de lo jupiterino, del afamado Zeus, un cazador compulsivo deseoso de esparcer su simiente sin cabeza ni reparos. Las hazañas sexuales de Zeus y sus adaptaciones literarias y artísticas pueblan el imaginario colectivo. Y es que la sexualidad humana es básicamente imaginaria. Por ello es sexualidad y no pura genitalidad. Aunque la genitalidad es la primera víctima de ese imaginario al haber sido relegada a la sombra, a la parte trasera, no visible y alejada de la luz de la conciencia. Así vivimos la dualidad del hombre/mono del simio evolucionado que, no disocua la reproducción del celo, que oculta sus genitales a la vista pero se ve sometido por todo lo que oculta convertido en fuerza ciega para convertirse en destino. Veáse Edipo encamado con su madre por ignorancia y pasión.

Sagitario niega el sexo y es esclavo del sexo. Este fenómeno de como los contenidos arrojados a la sombra se convierten en destino está maravillosamente explicado por Jung. No en vano tenía en su Mapa de Nacimiento a Marte en Sagitario, equilibrando a Júpiter y Saturno y fluidamente conectado conectado con Urano. A él también le costó sinsabores integrar la pasión del centauro explorador de lo desconocido con el apasionado explorador de los encantos inevitables.

Y es que la sexualidad tiene un componente dinámico esencial en tanto representa un principio universal de la interacción de polaridades, pero que en la experiencia humana fue sacrificado como necesaria domesticación en aras de la construcción de las civilizaciones.

Una de las claves para transformar a las hordas simiescas en una organización social fue la manipulación de la sexualidad. Bueno, lo sigue siendo, sólo que tras tantos milenios apenas nos damos cuenta de los grilletes con los que está encadenado nuestro sexo, escondido tras un velo, un pantalón, un tanga o una hoja de parra.

Lo primero que se hizo, tal como cuenta a su modo el mito bíblico, fue tapar la desnudez, la piel y de modo especial lo que técnicamente se llaman caracteres sexuales primarios y secundarios. Tamaño y aspecto de los genitales y mamas. Así los mamíferos civilizados deben de expresarse a través de otros medios su realidad sexual.

¿Y cómo se podría haber hecho esto sin la intervención de un poder externo? ¿Qué animal por propia iniciativa ocultaría lo que precisa para realizar su tarea reproductiva? ¿Sólo cuestiones climáticas?


Lo que cuenta el mito es que sacando provecho (comiendo el fruto) del conocimiento del bien y del mal (moral) en su pretensión de rebasar la dieta impuesta por el proveedor del jardín de oriente y azuzados por una sibilina propuesta de endiosamiento, la primera cosa descubierta fue la desnudez, o sea la dualidad verdad/mentira. Así desde la sutil ocultación hasta la expulsión, el resto ha sido un corolario de lo que supone introducir en la ecuación del simio feliz la posibilidad de escindir la autenticidad de lo percibido y lo reaccionado, generando un espacio/tiempo para la distorsión, es decir la libertad de engañar y mentir. Fingir es por tanto un simbolismo básico en sagitario. Y aunque adalid de la verdad y la bondad, no alcanza la madurez hasta asumir los cientos de mentiras en los que se desarrolla su vida cotidiana. De ahí que las grandes profesiones sagitarianas sean maestro, médico, sacerdote, conquistador, misionero, legislador y periodista.  Por una coherencia lógica. Una vez perdido el paraíso y arrojado a la necesidad de fingir, crear un mundo virtual en el que todos mentimos y olvidamos nuestras miserias nos conduce a generar ideales sustitutorios de la autenticidad. Así nació la realidad.

En la mitología mágica, Marduk, otro trasunto de Zeus y Júpiter, vence en la batalla contra los dioses antiguos e instaura la civilización. En cada cultura el mito varía en lo accesorio pero confirma lo medular: Un forastero aparece y proporciona todos los elementos para fundar de modo repentino la civilización: el lenguaje, la observación e interpretación del cosmos y la naturaleza; la siembra y cosecha de los vegetales; el pastoreo productivo y contable, la medida y reparto de las tierras y los bienes; los propios bienes como propiedades, incluidos los otros congéneres, especialmente las hembras.

Todo en torno a la delimitación de lugares reservados (sagrados) para la explotación de recursos, el contacto con el cosmos y  el medio en tiempos y estaciones calculadas, la escritura, las normas y leyes... todo ello sometido a la autoridad central del poder encarnado en el monarca, del rey que regula la realidad y diligentemente administrado por el sacerdote y ejecutado por la fuerza manifiesta del general.

Y todo lo descrito está en los genes sagitarianos, en su capacidad de amplia visión, de organización, desarrollo y explicación descriptiva.

Por cierto, hay que recordar que todos tenemos algo de sagitario en nuestra constitución, pues Sagitario es una doceava parte del cielo y siempre está presente, por más que en nuestro nacimiento no haya ninguna luminaria ni planeta en ese sector. Lo zodiacal es el todo y cada uno de los signos es apenas un fragmento, un cuanta energético del espectro. Cómo dice el chiste nerd: me gustaria que fueras ultravioleta para verte con más frecuencia.

Como buen ejemplo de lo sagitariano me he ido con la flecha lejos, por las ramas y no he hablado de la sexualidad. ¿Seguro? Bueno, lo he dejado marcado desde el primer momento: hay que repensar la sexualidad... Pero eso será cuando Saturno se ponga retrógrado. Hasta entonces tomo nota de todos los comentarios y prometo (tanto cuanto vale una promesa sagitariana) responder con diligencia...

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