domingo, 21 de abril de 2019

Estancados en el proceso de maduración


Quienes pasamos por un sistema educativo podemos hacer una sencilla reflexión.

Desde la infancia se nos forma en una serie de conocimientos, adaptados a la mente y capacidad infantil: simplificados, reducidos y muchas veces deformados.

En cada curso, muchos de estos conocimientos, se repiten, alcanzando nuevos niveles de complejidad, ampliación y precisión.

Paulatinamente, nos vemos obligados a dejar de lado grandes áreas del conocimiento y seleccionar determinadas materias, cada vez más especializadas con el fin de dedicarles nuestro tiempo y esfuerzo para manejar mayores niveles de complejidad y especialización requeridos.

Como adultos nos encontramos especializados en unas pocas materias y experiencias, que también implican unas pocas relaciones, actividades y puntos de vista.

Hasta aquí lo normal.

En lo que quiero hacer hincapié es en las áreas en las que se produce la detención que, por definición, serán la mayoría.

En el vasto océano del conocimiento, siempre será más lo ignorado que lo conocido. Y a mayor conocimiento adquirido mayor la posibilidad de tener conciencia de nuestra inmensa ignorancia.

Dos citas clásicas lo expresan. El "sólo sé que nada sé." y el "cambiaría todo lo que sé por todo lo que no sé".

Hay una conclusión obvia de lo dicho hasta ahora: Somos más ignorantes que sabios.
De ahí la justa humildad por lo evidente de tal carencia de conocimientos.

Por otra parte, hay una gran cantidad de los conocimientos adquiridos en áreas y materias, en las cuales nuestra formación ha quedado detenida en algun punto de nuestro crecimiento, sea infancia, adolescencia o primera madurez.

La conclusión de esto suele pasar desapercibida. Quizás esta imagen sirva para evocarla.





Somos una edificación, más o menos elaborada, adulta, sobre una rudimentaria base infantil, rodeados de un mar de ignorancia.

La realidad es un poco más compleja, pues existe la interacción con el resto de individuos e instituciones de nuestro tiempo cultural. Eso puede aportarnos cierto tipo de barniz que nos acomode en la certidumbre de nuestras elecciones.
Pero básicamente seguimos teniendo que bregar con un montón de circunstancias en las que somos niños y niñas con escasa formación para responder a los desafíos vitales.

Necesitamos asumir la responsabilidad del trabajo interior de formación continua para ser adultos que se hacen cargo de sus vidas y de sus relaciones.

Aunque varía enormemente de unas personas a otras, los campos de las creencias trascendentes, las habilidades emocionales, el conocimiento de los propios recursos, las respuestas a las cuestiones esenciales de la identidad y el destino, las capacidades de interacción social, la sexualidad, la alimentación, la gestión del poder, la política, la capacidad crítica hacia las influencias culturales o personales y la autoconciencia, son algunos de los campos en los que permanecemos desprovistos de maduración y por tanto detenidos en una etapa no madurada de nuestras capacidades.

Quizás vernos así nos abra la mente y el corazón a ser más vitales y tolerantes con nosotros y con los demás.Y también dispuestos a retomar la formación y actualizar nuestras habilidades y puntos de vista como personas adultas.

No hay comentarios: